Ha sido un gran día del libro: he planchado tres pantalones, cuatro camisas, cinco camisetas, he fregado tres potas, una sartén, he vaciado el lavavajillas con lo que había lavado y lo he llenado de vasos, platos y cubiertos usados, he puesto una lavadora y he colgado luego la colada, he tirado la basura y he aspirado el pasillo y una habitación y me he hecho una cena que he disfrutado como hacía años. Durante todas y cada una de las tareas he pensado en ti: y he escrito con la cabeza casi media novela. El esquema ya lo tengo; y la trama que la conduce también. Gran día, sí señor. Lástima que tú no lo sepas. A veces me gustaría llamarte para contarte que todavía te sigo recordando.