Estábamos caminando y hablábamos. De repente, mi amigo se paró:
-Si miras a la gente a la cara serás considerado un hombre digno – me dijo observando a una hormiga que caminaba bajo una lluvia muy fina-; si miras a su corazón te considerarán su amigo.
Y la hormiga se resguardó bajo la suela de su zapato.
-¿La has visto?
-Sí.
-Confía en nosotros.
-Eso parece.
-Así deberíamos de ser nosotros: confiar unos en otros sin miedo a que nadie nos aplastase a propósito –dijo; y continuó caminando.